Quienes asesinaron, políticamente, a Fungairiño, son hombres honrados.
Sin duda sois hombres honrados quienes habéis perpretado el asesinato político de Fungairiño. Lo asesinasteis, políticamente, con mentiras, primero dimisión por motivos personales, luego cese fulminante. Pero, sin duda, soy hombres honrados. Aún está caliente el cadáver político del fiscal, cuando se evidencia vuestro verdadero móvil: permitir que asesinos múltiples cumplan condenas mínimas, a favor de pactos inicuos con el terror, para perpetuaros en el poder. Pero, no lo dudo, sois hombres honrados. Ciudadanos, si os acercáis al cadáver político de Fungairiño, podéis ver las manchas de sangre simbólica que, sobre el suelo, ha dejado el noble fiscal y recordar la sangre derramada por los sacrificados por las bestias que, estos hombres honrados, quieren sacar de prisión. Pero, no lo dudéis, el crimen fue cometido por hombres honrados. No seré yo quien llame al motín de los hombres de buena voluntad contra los conspiradores, pues éstos son, por cierto, hombres honrados.
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