25 mayo 2008

Arcadi Espada sobre la crísis (¿del PP, de España)

La adversativa por Arcadi Espada (Enlace aquí)

Aunque velado por la desesperación y la cruda lucha por el poder puede haber un extraordinario asunto político en los problemas del Partido Popular. ¿Deben reformarse las convicciones cuando son insuficientes para alcanzar el poder? ¿Quién tiene razón: el partido o la gente que mayoritariamente apoya a otros partidos y a otras convicciones? La posibilidad de que el PP gobierne en España sin acuerdo tácito o explícito con los nacionalistas es remota hasta donde la vista alcanza. Tampoco permite la vista divisar un líder (ni en la actual cúpula ni, lo que es peor, fuera de ella) capaz de abrir las compuertas y obtener una mayoría absoluta. Queda, desde luego, la posibilidad de una crisis. El presidente Zapatero es el resultado de una. Y también lo fue José María Aznar, cuyo incierto carisma, como pasaría luego con el de su sucesor, fue básicamente construido desde el poder. Pero las crisis son irrelevantes para el análisis porque se instalan y dictan su ley con independencia de las convicciones.
Un buen número, aunque minoritario, de españoles tienen convicciones que son incompatibles con un Gobierno que dependa de los nacionalistas. Esto es así por razones políticas. Pero también por razones morales que se explican con miles de ejemplos. El último de anteayer: aun a cadáver caliente, el presidente de la autonomía vasca, Juan José Ibarretxe, dijo: “La ciudadanía está realmente asqueada, hasta el gorro, de la violencia de ETA; eso es verdad, pero también de las dificultades de quienes tenemos responsabilidades para buscar caminos, alcanzar la paz y acuerdos políticos para decidir nuestro futuro”. ¿Es posible gobernar con esa coloquialidad abyecta que anuncia que se ha llegado al límite… del gorro. Pero, en especial: ¿es posible gobernar con esa adversativa, con ese pero inicuo, con ese temporizador? Sí, es posible. Lo hace el PSOE y lo hizo el PP. Y cada uno con millones de españoles detrás, que conocen la adversativa y que no pueden fingir ignorancia ni engaño de lo que significa gobernar con los nacionalistas, por más que a los nacionalistas y a sus repugnantes retóricas nunca se les marque con el hierro infamante de la voluntad de crispar.
Es posible que haya personas en el PP dispuestas a no compartir ni un día más el subsuelo moral de la política con los nacionalistas; personas capaces de renunciar por ahora al poder, es decir, a rebelarse contra lo que dicta la propia naturaleza de un partido político y preparadas para soportar la posibilidad de una larga glaciación. Es decir, dispuestas a iniciar una renovación verdadera de la política del Partido Popular. Pero si existen y su estrategia triunfa no supondrá, contra lo que dice María San Gil, la recuperación de la esencia ni otras zarandajas: será la revolución más profunda, valiente e improbable que haya sufrido un partido político desde el inicio de la transición española.
(Coda: “La Humanidad se hace rápidamente incapaz de concebir la diversidad cuando durante algún tiempo ha perdido la costumbre de verla”. Stuart Mill, Sobre la libertad)